jueves, febrero 23, 2012

Relatos en medio de las tumbas



Homenaje a los reporteros en su mes

El Instituto para la Economía Social de Bogotá realizó un recorrido nocturno por el Cementerio Central para narrar las vidas de los periodistas que allí fueron sepultados. Crónica.


Por Santiago Cruz Hoyos 
Fotos Luis Ángel.
 El Espectador*



Es que en Bogotá, dice ahora Blanca Nubia Villalba, viven personas que no tienen idea quién fue, por ejemplo, Gonzalo Jiménez de Quesada, el fundador de la ciudad. Y eso le supone un dato sorprendente, inquietante, perturbador. Enseguida recuerda una frase de un expresidente de Colombia, Eduardo Santos: un país que desconoce su historia es un país sin identidad. Un país que no conoce su pasado se traduce en una sociedad que tampoco tiene mucha idea de lo que será su futuro.

Es la noche del lunes 20 de febrero de 2012. Blanca Nubia Villalba, funcionaria del Instituto para la Economía Social —IPES— de Bogotá, camina por el Cementerio Central. Espera la llegada de periodistas, estudiantes de comunicación, de literatura, uno que otro curioso. El IPES, como una manera de homenajear a los reporteros en su mes, ha decidido realizar un recorrido por este camposanto-museo y narrar las historias de los periodistas que aquí han sido sepultados: Rafael Pombo, Luis Carlos Galán, Alfonso López Michelsen, Enrique Olaya Herrera, tantos.

Mientras Blanca Nubia camina, se pregunta uno si acaso homenajear al periodismo en un cementerio no resultará una suerte de premonición sobre un oficio que, por lo menos el que se ejerce en la prensa escrita, pregonan algunos especialistas de la internet, está a punto de desaparecer. Quién sabe.

El recorrido de hoy es una jornada más de una iniciativa que en Bogotá se viene desarrollando desde hace tres años: programar caminatas por las tumbas y mausoleos del cementerio para contar, recordar, la historia patria. Y qué mejor que hacerlo en este lugar, en donde ya, claro, todo es historia. Blanca Nubia, cabello corto, estatura media, acento capitalino, vuelve a mencionar la frase de Eduardo Santos.

El recorrido de esta noche se iniciará a las 6:30 p.m y finalizará a las 8:00, informa. Como en el día Bogotá no descansa, no hace siesta, almuerza a la carrera, no tiene tiempo, entonces mejor programar la actividad en un horario en el que el público alcance a llegar. Además, recorrer un cementerio a la luz de tres antorchas suena a aventura, susto, misterio, gancho para atraer a los visitantes.

A esta hora, 6:30 de la tarde, por ejemplo, unas 50 personas ya están de pie, frente a la portada del camposanto, custodiada por la escultura del dios Cronos. Escuchan los relatos que Jesús David Pérez, 26 años, uno de los siete guías del recorrido, empieza a narrar.

II

Entonces, dice Jesús David en voz alta y acento costeño, de Sincelejo exactamente, el primer periódico que surgió en Colombia se llamó Aviso del Terremoto. Llegó, apenas, a tres ediciones. Allí se publicaron crónicas relacionadas con el terremoto del 12 de julio de 1785, en Bogotá.

Ese día se cayeron las torres de los conventos de San Francisco y Santo Domingo; ese día algunos sacerdotes salieron a las calles anunciando que el temblor se iba a repetir. Bogotá entera empezó a orar, los habitantes llenaron las iglesias que habían resistido el remezón, y las limosnas, se supone, debieron de haberse incrementado considerablemente.

Jesús conduce ahora a los caminantes hasta la tumba de Manuel Ancízar. Es la segunda estación del recorrido. Ancízar, nacido en Fontibón en 1812, transformó la manera de ejercer el periodismo del país, informa el guía. Fue quien trajo a Colombia la primera imprenta manual. Es decir que por primera vez se podían imprimir cientos de periódicos de una misma edición. Con esa imprenta se hizo un periódico que Ancízar llamó El Neogranadino. Era el final de la década de 1840 e inicios de la década de 1850.

En este momento se piensa en un asunto: el cementerio funciona como blindaje ante el caos de una ciudad de siete millones de habitantes que en esta hora pico regresan de sus trabajos a sus casas. Aquí no se escuchan pitos, gritos de conductores, advertencias de que si caminas por tal cuadra inevitablemente te roban. Aquí en el camposanto sólo se escuchan los disparos de las cámaras de los fotógrafos y la voz de Brigitte, otra de las guías que, junto al mausoleo de Salvador Camacho, cuenta otra historia.

Salvador Camacho nació en Nunchía, Casanare. Fue periodista, sociólogo, fundador del periódico El Agricultor y el segundo periódico El Siglo. A propósito, El Siglo de Camacho Roldán era de ideas liberales, contrario al tercer periódico El Siglo, conservador intransable.

El recorrido sigue. Las antorchas que cargan los guías iluminan los mausoleos. El cementerio se convierte en un escenario de sombras fantasmagóricas. Jesús llega a la tumba de Lino de Pombo, padre del escritor Rafael Pombo. Lino, cuenta Jesús, fue uno de los colaboradores del primer periódico El Siglo.

En este momento se piensa en otro asunto: es curioso que un joven llamado Jesús complete ya cinco años caminando entre los muertos de día, de noche. Es curioso también que cuando Jesús cuenta a manera de anecdotario las biografías de ellos, de los muertos, de cierta manera resucitan en la memoria, se conservan en el presente, sucede una especie de triunfo humano ante la invencible muerte.

El recorrido avanza ahora hacia la tumba de Miguel Antonio Caro, escritor, periodista, político, fundador del periódico El Tradicionista; más tarde se pasará por la tumba de Enrique Olaya Herrera, “el periodista niño de Guateque, Boyacá”, quien fundó, cuando apenas tenía 12 años, el periódico El Patriota; en seguida se llegará al mausoleo de José María Samper, fundador del primer periódico El Tiempo, quien estuvo casado con una de las mujeres pioneras en el periodismo colombiano, Soledad Acosta; se conocerá la tumba de Luis Carlos Galán, quien, en sus artículos, a veces utilizaba un seudónimo: Robinson Crusoe.

También se visitarán las tumbas de Gilberto Alzate Avendaño, abogado, periodista, fundador en la década de 1950 del Diario de Colombia; el monumento de Laureano Gómez, que, con José de la Vega, fundó en 1936 el tercer periódico El Siglo; la tumba de Alfonso Villegas Restrepo, fundador, el 30 de enero de 1911, del segundo periódico El Tiempo; el mausoleo de Eduardo Santos, que en 1913 compró el periódico de Villegas; la tumba de Florentino González, fundador, en 1848 del primer periódico El Siglo; el monumento de Manuel Murillo Toro, creador en Santa Marta de La Gaceta Mercantil; la tumba de Rafael Uribe Uribe, fundador de El Liberal; la tumba de Rafael Pombo, escritor, cuentista, quien creó La Siesta, El Cartucho y El Centro, dos periódicos literarios. La tumba de Pombo, por cierto, registra un craso error: indica que murió en 1915. En realidad falleció en 1912. Este año cumple 100 años de muerte.

El recorrido continuará por la tumba de Tomás Rueda Vargas, fundador de La Revista; la tumba de Ricardo Rendón, pionero de la caricatura en Colombia, quien antes de suicidarse dibujó un cráneo atravesado por un fusil. Se disparó en la boca. Rendón, por cierto, fue el segundo suicida que enterraron en el Cementerio Central. El primero fue el poeta José Asunción Silva. Hubo tiempos en los que la Iglesia no permitía el entierro de suicidas en los cementerios.

La noche se tornará espesa, oscura, y en la tumba de Alfonso López Michelsen, la última estación del recorrido, ya no se distinguirán los apuntes en el cuaderno. En todo caso se registrarán los datos que entregan los guías: expresidente, columnista de El Tiempo, creador del semanario La Calle.

III
Se sale, de nuevo, al caos, la ciudad. Pitos, trancones, ojo que por tal cuadra te roban. En el camino de regreso, en todo caso, se sigue pensando sobre la caminata. Conectando cada historia, armando todo el rompecabezas, se confirma que el periodismo en este país nació y se fortaleció gracias a la política. La mayoría de los periódicos surgieron para promulgar ideologías liberales o conservadoras, sus fundadores, además de periodistas, eran, todos, políticos. Presidentes, ministros, gobernadores.

Pero también se reflexiona sobre una pregunta: ¿acaso el cementerio no es el símbolo más fiel de un país centralista? Blanca Nubia Villalba había informado que una treintena de expresidentes de Colombia estaban enterrados ahí. Una treintena de hombres de poder, que decidieron el destino de una nación, sepultados en un mismo lugar. Entonces no resulta paradójico que este símbolo del centralismo se llame, precisamente, Cementerio Central.

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* Crónica realizada en el marco de un proyecto piloto de intercambio de periodistas de diferentes diarios del país. El proyecto nació en el Ministerio de Cultura.



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