miércoles, agosto 25, 2010

El campeón de la montaña



Se llama Édison Angulo Torres, nació en Buenaventura y acaba de coronarse como campeón nacional de motosierrismo. En septiembre representará a Colombia en el Mundial de este deporte, en Croacia.



Por Santiago Cruz Hoyos
Fotos: Aymer Álvarez

¿Y puedo llevar a la entrevista a una amiga, para que también salga en la prensa?, preguntó el campeón por el teléfono. Cuando mencionó la palabra ‘prensa’ elevó la voz. Después soltó una risa maliciosa, pícara.

En esa noche de un martes de julio, el campeón estaba junto a una dama, cortejándola. Y para eso, se sabe, no hay nada más infalible que la fama, así sea efímera. Ahora que sale en noticieros y lo llaman periodistas, ¿por qué no aprovechar y galantear con armas más poderosas que los chocolates y la cursilería?

Pero algo debió salir mal. Dos días después de la charla telefónica, el campeón llegó muy puntual a la cita y acompañado, pero no por una mujer sino por Christian, uno de sus seis hijos. Más tarde contó que en los terrenos del amor anda solo. "Mi mujer se fue con otro", dijo de un solo envión y sin un ápice de tristeza. Es un hombre valiente para confesar, sin anestesia, tamaña traición.
La cita se dio en un almacén de venta de motosierras y repuestos, ubicado en Cinco Bocas-Pueblo Nuevo, pleno centro de Buenaventura, la ciudad donde nació.

El campeón llegó al sitio luciendo en su pecho la medalla por la que lo entrevistan los periodistas, esa que ganó en el Campeonato Colombiano Husqvarna de Motosierrismo que se disputó el pasado 10 de julio en la Represa de Neusa, Cundinamarca, ubicada a 78 kilómetros de Bogotá.
Con el triunfo, el campeón representará a Colombia en el Mundial de esta disciplina deportiva que se disputará en Zagreb, Croacia, en septiembre próximo.

La historia esconde una paradoja: en un país que se hizo tristemente famoso en el mundo porque los paramilitares usan motosierras para descuartizar cuerpos y atemorizar a sus enemigos, hay también hombres que usan esos aparatos para ganarse la vida talando árboles en la selva o practicando un deporte que en Colombia es nuevo y apenas despunta.

Christian, que tiene 2 años y no pronuncia jamás una palabra, también lleva en su pecho una medalla. Es la primera que se ganó su padre en el Parque Néstor Urbano Tenorio de Buenaventura, la que lo certificó como campeón regional de motosierrismo y le abrió la posibilidad de participar en el nacional que en el país se organiza cada dos años y ya tiene dos ediciones.

Las medallas colgando sobre el pecho de ambos son para que salgan en las fotos que va a tomar la prensa, anhela el campeón.
 
También la motosierra que lleva desarmada en una caja de cartón y que carga sobre su hombro izquierdo. Esa motosierra, sin estrenar aún, fue otro de los premios del título nacional. ¿Pero cómo empezó esta historia? ¿Cómo el campeón se convirtió en campeón sin haberlo imaginado jamás? Precisamente todo inició aquí, en el almacén de Cinco Bocas-Pueblo Nuevo.
 
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El campeón, de pelo crespo y nariz ancha y aplastada, se llama Édison Angulo Torres. Nació hace 39 años en Buenaventura. Aunque es flaco, muestra brazos con músculos trabajados que sobresalen y venas que se brotan en la piel. El campeón tiene el físico de un luchador de peso ligero en estado de retiro.

Ahora vive en un barrio cuyo nombre es una burla a la pobreza: Punta del Este. En el barrio, a diferencia de la ciudad uruguaya que lleva ese nombre, no se ven playas de arena blanca, mujeres bronceándose, yates, autos de lujo, la mansión de Shakira. No. En el barrio del campeón lo que se ve es una improvisada cancha de fútbol en donde no hay pasto, sólo barro y piedras. En ella hay niños afro flacos y sin camisa, jugando con un balón deshilachado. También se ven vecinos que felicitan al campeón porque lo vieron en televisión, amigos suyos que viven en casas levantadas con tablas a las que le llega luz gracias a una maraña de cables que salen de los postes de energía. El barrio, por la expresión temerosa del taxista cuando le anunciamos el destino, es peligroso.

Allí, me enteraré después, fue famosa una masacre perpetrada por paramilitares en 2005. Torturaron y mataron a 12 jóvenes. Y además de los hombres armados que a veces matan gente del barrio, Punta del Este, explicó un amigo y vecino del campeón, es un barrio de ‘chacales’.

"Eso quiere decir que uno acá aprende muchas cosas. Malas y buenas. Acá se aprende a sobrevivir desde temprana edad. Por eso no hay niños en los colegios, sino en la calle aprendiendo mañas, porque desde pequeños se dan cuenta de que el papá no tiene para la comida. Entonces salen y se la rebuscan en la calle. Acá se sale adelante con el trabajo propio. El papá cumple con darle la alimentación al hijo. El resto (un jean, un celular, los tenis) le toca al pelado. Por eso se ven tantos niños en el Muelle El Piñal como los que usted vio, los que se tomaron las fotos con Édison. Niños cargando troncos de madera todo el día para ganarse la vida", dijo el vecino del campeón con cierta resignación.

Su testimonio pareciera también ser un resumen de la vida de Édison. El campeón trabaja desde los 7 años en las selvas de Colombia, cortando madera. En el colegio llegó hasta segundo de primaria.

Él, frente a un plato de lentejas y una bandeja de pollo (no le gusta el pescado), había narrado la historia de su infancia horas antes, mientras almorzábamos en el centro de Buenaventura.

"Yo vivía con mi papá y mi mamá. También con siete hermanos. Ahora cuento sólo con tres. Uno falleció. De los otros no tengo noticias. Se fueron a andar y no sé nada. De pronto ahora que me ven en los noticieros me reconozcan, ojalá. Me acuerdo que mantenía siempre con mi papá en el monte, cortando madera. Él se llama Luis Angulo. Mi mamá se llamó Corina Torres, pero murió. Ya le contaré esa historia. Con mi papá nos íbamos a trabajar a López de Micay, a un aserradero que se llama El Tambor. Fue él el que me enseñó a trabajar".

Estuvo dos años con don Luis, que le reveló algunas de los secretos del oficio: esquivar culebras, saber a qué lado de la selva correr cuando un árbol es talado y no morir aplastado como les ha pasado a algunos, abrir trochas. El problema era que su papá no le daba mucho dinero y Edison veía que sus amigos tenían más plata que él en el bolsillo. Entonces decidió irse de la casa a los nueve años, "para trabajar con un paisa". Que en Punta del Este un niño se vaya de su casa a trabajar no sorprende. Es la historia de muchos.

"Con el paisa me fui por los lados de Iscuandé, a cortar palos en la montaña. Pero el paisa me daba lo que quería y a veces no me pagaba nada. Entonces me fui con otro. Y así. Trabajé con muchas personas, hasta que aprendí bien el oficio. He estado en las montañas de Timbiquí, Micay, Yurumangui, Bocas de Cajambre, Bocas de Satinga, El Charco y muchas otras partes que ya los nombres se me han olvidado", dijo el campeón mientras cortaba un pedazo de pollo. En el acto se acordó de una ironía de su vida: lleva casi 30 años en el oficio de talar madera y nunca ha tenido el dinero suficiente para comprar una motosierra.

Por eso, hasta hace tres meses, trabajaba con aparatos ajenos, prestados. Pero ahora, a falta de uno, tiene dos de esas máquinas, ambas de su propiedad. La primera motosierra fue la que se ganó en el campeonato regional de motosierrismo, el 10 de abril de este año. La segunda, la que se ganó en el campeonato nacional. Cuando supo que por fin tendría una motosierra propia se emparrandó durante dos días seguidos.
 
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Ahora, Édison está sentado en la cama de su casa, donde vive sin compañía. Hay un detalle curioso: en el hogar del campeón de motosierrismo hay un solo asiento de madera al que le falta una pata.

Ahí sigue contando su historia. El capítulo reservado a su madre, Corina, que murió hace dos meses, después de permanecer 8 años enferma por una trombosis. Ni médicos ni curanderos pudieron salvarla. Edison cree que fue "cosa hecha", brujería. Su muerte fue un golpe tremendo. Por esos días, también, fue cuando su mujer lo abandonó. De ahí que el título que ganó de sopetón le alegró tanto. De ahí que se haya ido de parranda durante dos días. Era un desquite ante la vida.
 
Ahora Edison habla de eso, de las medallas que le están cambiando el destino. El campeón, que trabaja talando árboles en el Chocó, llegó en abril pasado hasta el almacén de Cinco Bocas-Pueblo Nuevo después de un largo viaje para comprar unos repuestos. En el almacén le contaron de un evento para aserradores que había en el Parque Néstor Urbano Tenorio. El campeón dijo que no podía ir, que se tenía que devolver a trabajar. Le insistieron. Aceptó.

"Y sí, fui. Había mucha gente, muchos aserradores, eran como 30. La primera prueba era con la espada de la motosierra. Bajarla y volverla a colocar lo más rápido posible. La otra prueba era cortar dos rodajas de un tronco, una de arriba hacia abajo, y otra de abajo hacia arriba, cada una con una medida determinada, unos cinco centímetros". El campeón acertó, gracias a un ojo milimétrico y cortes que hizo con precisión quirúrgica. Al final, uno de los organizadores hizo el anuncio: Y el ganadorrr essss... Édisooonnn Anguloo...

La piel del campeón se erizó. Era la primera vez en su vida que ganaba algo. Y qué mejor que una motosierra, el aparato que le da de comer.

Después de eso, Edison regresó al Chocó, a cortar palos de chanul que pagan por metros. A los días volvió de la montaña para ir Bogotá y participar en el nacional donde estuvo con el número 58. Era la primera vez que se montaba en un avión. No le dio miedo porque ya había visto por televisión cómo era ese asunto. En Bogotá, sí, se le rajaron los labios, por el frío.

Eso no impidió que después de cinco pruebas (cambio de cadena y espada, tala dirigida, desrrame, corte de precisión) se ganara el cupo para ir al mundial en Zagreb, Croacia.

- ¿Ya ha pensado en ese viaje?
- No, todavía no he pensado en eso. Sólo sé que el viaje es largo. Y que ocho días antes, los organizadores del torneo aquí, de la empresa Husqvarna, me van a entrenar, porque allá es más difícil la cosa. Pero con el poder de Dios vamos a ganar. No tengo susto.
Lo que le preocupa al campeón es conseguir los cien mil pesos que necesita para regresar al Chocó, a trabajar. Aunque después del título ha dado entrevistas y lo felicitan aquí y allá, no está trabajando. Entonces se va al Muelle El Piñal a cargar troncos o maletas, a cambio de propinas.

- Campeón, ¿y en qué sueña usted cuando termine el mundial?
"En regresar y ponerle una lápida a la tumba de mi madre y de mi hermano", dice. Después saldrá a la calle y venderá un amplificador para reunir el dinero y volver a la montaña, su verdadero hogar.