Melanie Dayana Realpe Vélez, la niña que murió en el Distrito de Aguablanca de Cali tras sufrir una paliza en su casa, venía siendo víctima de maltrato crónico. Su historia, su tragedia, quizá sirvan para que esta sociedad enferma se mire a sí misma.
Por Santiago Cruz Hoyos
EL PAÍS - cALI
Creo,
Melanie, que esta carta debe tener una continuación.
Creo que apenas es un principio, uno en el que solo hay dudas. Porque por lo
menos yo, aún no he logrado entender la complejidad de la historia de tu muerte.
Me sobrepasa.
Por lo menos no creo que todo sea tan totalizador, tan
concluyente, como se dice: que llegaste del colegio, el Ramón Arcila del
Distrito de Aguablanca, que supuestamente sacaste una mala nota en español - en
realidad era una nota aceptable, al fin y al cabo era un tres- que después tu
papá, Jesús Alberto Realpe, 31 años, se enfureció por esa calificación y te
golpeó con brutalidad y que tras la paliza falleciste en una clínica del sur de
Cali, debido a un trauma cerebral.
En todo ese rompecabezas, Melanie, aún hay que hallar piezas para construir la
verdad, o por lo menos acercarse más. Por ejemplo: la profesora Cecilia Salazar
no cree que la razón para que te hayan pegado sea ese supuesto tres en español.
Ni siquiera, dijo, se han entregado las notas finales de las materias, es decir
que por estos días ningún alumno ha perdido nada.
Y además, la profe
corroboró que eras una buena estudiante, tus notas superaban el promedio. Eras
ejemplar. Tu amigo Sebastián Cortés agregó incluso que lo que más te gustaba
hacer, más que jugar, era estudiar. Entonces, Melanie, ni siquiera existía una razón para castigarte.
¿Por qué te pegaron? ¿Cuál fue el verdadero motivo? ¿Por qué te pegaban tanto?
¿Dónde está la raíz de la violencia, de ese odio en tu contra?
Porque
hay una certeza, Melanie: venías siendo víctima de un
maltrato crónico. Los cuerpos de los muertos hablan. Cuando revisaron el tuyo,
se comprobó que tenías moretones viejos, golpes viejos, y eso indica que no
habías padecido una paliza, no, sino varias durante los últimos meses. El
problema ahora es comprobar quién o quiénes te las daban para que se haga
justicia.
Pero ahí hay otra duda, Melanie. Una
hermanastra tuya le dijo a la profesora Cecilia que cuando tu papá te pegaba te
daba tanta rabia, que hasta te golpeabas contra las paredes. ¿Será verdad eso,
Melanie? ¿Por qué una niña como tú, de nueve años, se
va a atacar de esa forma? Y si fuera cierto, ¿qué clase de sufrimiento estarías
padeciendo para llegar a ese extremo?
Porque sufrías. Esa es otra certeza. Sebastián, tu amigo, me contó
que en el colegio casi no hablabas con nadie. Y sospecho que parte de ese
retraimiento se explica por tu situación familiar: vivías entre dos familias
enfrentadas. La de tu papá y tu madrastra, por un lado, la de Sandra Vélez, tu
mamá, por el otro.
Lo que pude averiguar, Melanie, es que desde septiembre de 2012 no vivías con
Sandra porque el Instituto de Bienestar Familiar le quitó tu custodia.
Supuestamente, dijo Yesenia, tu madrastra, Sandra te maltrataba a ti y a tu
hermana Vanessa, y también se decía que tu mamá era drogadicta y alcohólica.
Pero Sandra lo niega, Melanie. Ella y David
Roldán, el esposo de una de tus tías maternas. Sandra dice, por un lado, que
nunca te pegó con esa violencia con la que te mataron. Ni a ti ni a Vannessa.
Sandra dice que el mismo Icbf puede testificar que cuando te entregó a tu papá,
no tenías un rasguño. Incluso, recordó que a veces sí, te castigaba, te pegaba
para corregirte, pero era tan suave el castigo que hasta te daba risa y la
empezabas a molestar.
Quizá sea así. No lo sé. Lo cierto Melanie es que tu madre siente un dolor tan profundo por tu
muerte que literalmente, la ahoga. Cuando está hablando de ti llora, necesita
parar, respirar, serenarse, para seguir. En medio de tanta duda Melanie, aparece otra certeza: el dolor de tu madre.
Sandra asegura además que tu papá es drogadicto. Dice que cuando vivían
juntos y ella le lavaba los pantalones, de los bolsillos salían restos de
marihuana. También dijo que tu papá, cuando consumía droga, se volvía agresivo.
Que una vez, cuando tenía seis meses de embarazo, él le pegó en la barriga, la
mandó contra una nevera y cayó sentada. Por ese golpe Melanie, tu mamá casi sufre un aborto, casi mueres antes de
nacer. Por eso dejó a tu papá, hace 9 años.
Y Sandra también dice que
fue tu papá el que te 'trabajó' a ti y a Vannessa para que la dejaran. Que les
habló y les indicó muy bien lo que debían decir en el Icbf para que le quitaran
la custodia. Tu mamá asegura que el Instituto nunca investigó si ella era lo que
decían: alcohólica, drogadicta, maltratadora. Según Sandra, ningún funcionario
fue hasta su casa a ver cómo vivía. Ella, ahora, pide justicia.
Yesenia,
tu madrastra, por su parte, fue a visitar a tu papá. Está detenido en una
estación de policía. No lo han podido enviar a la cárcel de Villahermosa. Está
amenazado por familiares cercanos, dijo un policía. Si entra ahí, lo matan. Lo
enviarán a otra cárcel, entonces.
Yo, de lejos, lo vi. Camina por el
calabozo de un lado a otro con un radio puesto sobre la oreja y vestido de
bermudas, camisa, gorra y zapatos blancos. Puse atención a sus ojos. No parece
haber llorado. Por lo menos no en las últimas horas. ¿Qué pensará ahí mientras
da vueltas y vueltas?
Yesenia, como te digo, no quiere hablar del caso.
Ella dice que no son asesinos, que te ha tratado bien, que está reuniendo las
pruebas para contar lo que pasó. Ella me dijo que soy un instrumento de Dios
para que se sepa la verdad porque hay mucho endemoniado diciendo mentiras.
Yesenia es cristiana. Yesenia está angustiada.
Esto es, Melanie, lo que puedo contar por ahora. Hay, entonces,
varias dudas aún por aclarar. El oficio del periodismo nos exige, a los
reporteros, ser equilibristas. Escuchar a todos y dudar de todos. Yo, Melanie, no conozco aún la verdad sobre tu muerte, pero
encontrarla, contarla algún día, es un compromiso.
Tal vez soy un
romántico, pero creo en el poder de las historias. Tal vez la tuya ayude a una
sociedad enferma. En este país, Melanie, cada día
matan a tres niños como tú. En esta ciudad, Melanie,
en los hospitales se atienden tantos casos de niños heridos, maltratados, que
pareciera que fuera una zona de guerra como Irak. Eso me lo dijo una vez el
cirujano pediatra Raúl Astudillo y las estadísticas lo respaldan. Casi el 50% de
los casos de trauma que llegan a los centros hospitalarios, son niños.
Contar lo que te pasó, entonces, quizá haga que esta ciudad se mire a sí
misma. Aunque, repito, soy un romántico.
"Lo más malo de la gente mala, es el silencio de la gente buena." Martin Luther King Claro que es cierto que parte de lo que pasa en esta familia es reflejo de lo que sucede en la sociedad; pero no por eso se debe desculpabilizar "al que se le pasó la mano".
ResponderBorrarMientras que sigamos maltratando a los niños en lugar de castigarlos; seguiremos conociendo historias como estas.
Además, es claro que en nuestra sociedad muchos hombres y mujeres no deberían tener hijos.
Te felicito.
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