martes, marzo 01, 2011

Que sea un soplo de inspiración...





Daniel Samper Pizano y Maryluz Vallejo acaban de lanzar el libro ‘Antología de notas ligeras colombianas’, una recopilación de artículos breves, humorísticos, con cierta dosis de poesía escritos por plumas como Gabo, Gonzalo Arango y Héctor Abad, entre otros. Rescate de la “filosofía de bolsillo”.

Por Santiago Cruz Hoyos
Reportero de El País


Nota ligera: defínase como un género literario de extensión breve, que por lo general hace reír y que puede tratar temas tan aparentemente insignificantes como el ‘bluyin’, la vida sin carro, la máquina de escribir, la envidia, los relojes, una cirugía dental, la pereza. La nota ligera trata esos temas que son tan cercanos a todos, tan comunes, y tiene el poder de hacer pensar, al final, sobre la vida. Filosofía de bolsillo, como definen al género los periodistas Daniel Samper Pizano y Maryluz Vallejo en el libro que acaban de lanzar: ‘Antología de notas ligeras colombianas’ (Aguilar).



Allí se leen columnas que con el tiempo se convirtieron en literatura escritas por maestros de la crónica en Colombia: el poeta antioqueño Gonzalo Arango, por ejemplo; Luis Tejada, Gabo, Tomás Carrasquilla, Germán Arciniegas, Porfirio Barba Jacob, Juan Lozano y Lozano, Ramón Vinyes, Alfonso Fuenmayor, Álvaro Cepeda Samudio, Alfonso Bonilla Aragón, Arturo Alape, Juan Gossaín, Juan José Hoyos, Álvaro Bejarano, Héctor Rincón, Héctor Abad... Son, en total, 74 escritores reunidos en 497 páginas.

Cuando se termina la lectura de esas columnas convertidas en literatura queda una idea: los periódicos de ahora deberían estar escritos así para que dejen de ser como son hoy: aburridos, los principales causantes del bostezo en la mañana. Es que los periódicos, cada vez más, parecen escritos por la misma persona y en el mismo tono: tono secretarial ese.

Precisamente, sobre el asunto, Maryluz Vallejo dice: “Ojalá que este libro sea un soplo de inspiración para los columnistas tradicionales temerosos de seducir a los lectores de vez en cuando con un tema cotidiano envuelto en una prosa satinada”. Sí. Ojalá.

¿Hoy, en Colombia, cuál creen ustedes que es el ‘diagnóstico’, por decirlo de alguna manera, de la nota ligera? Le pasa, como a la crónica (la extensa digamos) que se está refugiando en las revistas o blogs?

Maryluz Vallejo (MV): Los periódicos no imponen un estilo de hacer columnas, pero parece que hubiera una especie de mecanismo de autorregulación, mejor dicho, de inhibición creativa, por el cual la mayoría de los autores terminan escribiendo sobre la rabiosa actualidad en lugar de recrear a los lectores con temas menudos.

Daniel Samper (DS): Me parece que el peso abrumador de la realidad cotidiana, con su enorme dosis de violencia, corrupción y conflicto, copa buena parte de la atención de los columnistas. Es por ello que, a mi juicio, escasean los autores de notas ligeras.

En la Universidad se estudia a la noticia, al reportaje, a la crónica, a la entrevista, al ensayo, a la opinión, al análisis, pero no la nota ligera. ¿Será considerado como un género menor en la Academia?

MV: Recuerdo borrosamente que en el curso de periodismo de opinión me enseñaron a meterle hierro a los artículos editoriales y de análisis, pero nunca leí a Luis Tejada en la universidad ni a nadie que se le pareciera. Cuando descubrí la gracia de este género - derivado del ensayo literario- en nuestra tradición y en otras como la española, empecé a enseñarlo, mal que bien, en la Universidad de Antioquia y en la Javeriana, y de vez en cuando me sorprenden algunos ex alumnos con sus divertimentos, sobre todo en blogs.

DS: Pienso que no se trata de un género periodístico que demande cátedra aparte. Debe formar parte del estudio de las columnas de opinión. Y espero que estas sí hayan sido materia de análisis en la Universidad.

Luis Tejada, Gabo, Gonzalo Arango fueron, en el pasado, autores reconocidos por notas ligeras, maestros. ¿Hoy podríamos hablar de un maestro de la nota ligera en Colombia? ¿Quién?

DS: A mi juicio, el más connotado notiligerista de la prensa colombiana actual puede ser Héctor Abad Faciolince, entre otras cosas porque se atreve a escribir notas ligeras con frecuencia. Hay otros columnistas que, aunque tienen el talento para ello, prefieren el comentario más clásico, serio, actual y analítico.

MV: Coincido con mi compañero de fórmula en Héctor Abad, ensayista notable que mantiene la capacidad de sorprender a los lectores con columnas que, incluso referidas a hechos actuales, se transforman en literatura y rompen la fecha de caducidad. Otro de mis favoritos es Rafael Chaparro Madiedo, tempranamente fallecido, cuyas columnas en La Nueva Prensa eran volutas de humo, con un espíritu desencantado de notaligerista maldito.

¿Y en el mundo, además de Manuel Vicent y Juan José Millás, quién más, hablando de autores de este lado del mundo? ¿Juan Villoro tal vez?

MV: Vicent es el mascarón de proa de la nota ligera en España, pero allí abundan los exponentes, como Millás, Rosa Montero, Vicente Verdú, por mencionar algunos.

DS: Carlos Monsiváis dejó un buen número de notas ligeras, aunque muchas de ellas estaban insertas en ensayos más largos. En Brasil, a mi juicio, el rey sigue siendo Millor Fernández. Ana Black tiene ejemplos interesantes en Venezuela. Y por supuesto, el delicioso cuate Villoro.

¿Por qué era importante hacer una antología de notas ligeras colombianas? ¿Cómo surgió el proyecto? ¿Y cómo llegaron a realizarlo si Maryluz vive en Colombia y Daniel en España?

DS: Después de haber hecho tres antologías anteriores de géneros periodísticos (‘Grandes reportajes colombianos’, ‘Grandes entrevistas’ y ‘Grandes crónicas’, esta última en dos tomos), pensé que sólo faltaba una antología de columnas de opinión que se hubiesen preservado en el tiempo. Esto me llevó a las notas ligeras, y las notas ligeras me llevaron a buscar a Maryluz, la persona que mejor conoce el tema en Colombia. Le propuse que trabajáramos juntos la antología y, para mi alegría y la de los lectores, aceptó. Internet y mis periódicas visitas a Colombia hicieron lo demás.

MV: Yo había publicado ‘La crónica en Colombia: medio siglo de oro’ en 1997, una selección de nuestra crónica literaria desde el bogotano Clímaco Soto Borda hasta Gonzalo Arango. Daniel me propuso retomarla para abarcar todo el siglo XX hasta nuestros días y me halagó, -aparte de trabajar con un maestro tan divertido - hacer parte del proyecto gigantesco de rescate del periodismo colombiano que se cierra con este volumen. Gracias a la distancia revivimos el género epistolar y mantuvimos un diálogo permanente, sólo interrumpido por nuestros encuentros aquí en Bogotá, mediados por pilas de fotocopias, de libros y una que otra mogolla.

En toda Antología, siempre pasa, se queda alguien por fuera. ¿En esta Antología quién faltó?

DS: Lamentablemente quedaron por fuera varios autores importantes cuyas familias, por dejadez o por decisión que respetamos, no enviaron la autorización que exige la ley para incluirlas. En otros casos fue simplemente imposible localizar a los herederos, ante lo cual el departamento jurídico de la editorial vetó sus nombres, con toda la razón.

MV: Nos tocó dejar por fuera, con dolor de compiladores, a Rafael Gómez Picón, un nortesantandereano que queríamos redescubrir; a José Joaquín Jiménez (Ximénez), quien tiene una fascinante faceta de articulista menos conocida que la de cronista judicial; y a una estrella del género, Jaime Barrera Parra, cuyos herederos no estaban interesados en la difusión. Como el libro se tomó su tiempo, comenzamos con 84 autores y lo fuimos depurando hasta los 74 más representativos.

Dos preguntas para terminar. Primero: de todas las notas ligeras publicadas en su libro, recomienden algunas para los lectores de GACETA que comprarán el libro...

ML: Aparte de los autores ya mencionados, recomiendo las del recientemente fallecido Fernando Garavito, quien nos envió desde Nuevo México las entrañables notas que publicamos: una sobre el arriesgado cruce de una faisana con sus doce polluelos por una avenida, otra sobre el derecho a la tristeza y una última sobre sus vínculos afectivos con las gallinas. A propósito de este animal, no tiene desperdicio la crónica de Luis Tejada en defensa de la gallina que se devoró los ojos de una niña.

DS: No me meto en ese lío. Mis gustos varían según la temperatura ambiente, el almuerzo que comí, el estado de ánimo de mi cónyuge y mi propio estado de ánimo.

Y por último: ¿Será la nota ligera una buena forma de evitar lo que pasa con los periódicos de hoy: que son aburridos de leer?

DS. Sin duda. Los blogs y bitácoras se están encargando de revitalizar el género y confío en que acaben contagiando a los periódicos. Todos saldremos ganando.

ML: Aunque este género tuvo su hábitat natural en la columna de prensa, los notaligeristas de hoy se pueden alojar más cómodamente en los blogs. Pero ojalá que este libro sea un soplo de inspiración para los columnistas tradicionales temerosos de seducir a los lectores de vez en cuando con un tema cotidiano envuelto en una prosa satinada.
 


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