lunes, marzo 16, 2009

Pedro Alcántara no quiere hablar de política



Crónica de una conversación matutina con uno de los pintores más importantes del país. Dijo que se está escribiendo un libro sobre su vida y obra que será publicado el próximo año con motivo del Bicentenario de la Independencia de Colombia. También que a finales de este mes expondrá en el Museo de Arte Moderno Carlos Mérida, de la Ciudad de Guatemala, el más importante de Centroamérica. Al final, diálogo político.



Por Santiago Cruz Hoyos
Fotos Oswaldo López
REVISTA GACETA - EL PAÍS

Pedro Alcántara está vestido con una guayabera de un naranja festivo y un pantalón beige. Parece hombre costeño. Lo veo sentado frente a un caballete, en su taller de pintura, que está ubicado en el mismo apartamento donde vive junto a su compañera, la fotógrafa Mónika Herrán, en el centro de Cali. Pinta sobre madera.


-"Maestro, ¿una nueva obra para exponer?".

No, es un regalo para Juan Camilo Otero, un amigo. Una mesa pintada por mí. ¿Ve la que está allá? Esa es para mí. Esta, para Juan Camilo. Es que vio una igual que yo le había hecho a otro amigo, con figuras alusivas al diseño precolombino y elementos africanos. Quería comprarme una y le dije que se la regalaba. Y aquí me tiene, pintando.

Seguro, un excelente regalo. Sobre todo si va con su firma: Alcántara. El cuadro que está junto a la entrada del apartamento, expuesto sobre una pared blanca y que lleva su firma, puede ser bastante costoso. Pero no está para la venta. Es un cuadro que hace parte de una serie llamada ‘Retratos de Familia’ y lo pintó en 1992.

Son casi las 11 del medio día de un viernes de febrero y el sol entra a chorros por las ventanas y el balcón del apartamento. No se necesitan bombillos a esta hora. Es que antes, dice el maestro, acostumbraba a pintar en las noches. El problema es que los ojos, con los años, se van agotando. Pedro Alcántara Herrán ya anda por los 66 años. "Por eso ahora mis momentos más creativos se dan en las mañanas", dice sin nostalgia. Y por eso ubicó su taller, que es móvil, donde más llegara la luz del sol. Sigue concentrado con su pincel.

-Maestro, ¿es cierto que usted, cuando apenas tenía 8 años, expuso junto a los ya consagrados artistas Alejandro Obregón y Édgar Negret?

Sin dejar de mirar la figura que pinta sobre la madera, dice que sí. Que eso fue por allá en 1950, cuando su mamá, Ángela Martínez, mandó una obra suya al Salón Nacional de Artistas de ése año y el jurado lo seleccionó. "Creyeron que yo era un artista representante del arte primitivo. Pero sólo tenía 8 años.". Un guiño del destino, maestro.

Para de pintar y se entretiene en una charla llena de risas con Oswaldo López, el fotógrafo que vino a retratarlo. Se conocen desde niños. Sin embargo, a pesar de esa amistad, noto que al maestro poco le gusta que le tomen fotografías, a lo mejor pensará que de tanto tomarle fotos su cuerpo se estará gastando. Aguanta uno, dos disparos, y dice listo, como intentando huir de la cámara. Le insisto para hacer otras tomas. Acepta, quizá por su amigo, que aprovecha para acribillarlo con disparos de su cámara mientras el maestro habla.

-Hablemos de arte y política, que es en donde usted más se ha movido.
-No, de política no hablo. No quiero revivir el problema de la política.

El pintor, que en su juventud estudió un año ciencia política en la Universidad Católica de Roma (el arte lo sacó de esa ciencia para siempre) hizo parte de la Unión Patriótica, UP, en la década del 80. Y pertenecer a ese partido de izquierda en Colombia era cargar una lápida en la espalda. Por eso a finales de los 80 prefirió irse del país durante dos años, a Alemania y Portugal, para no tener que vérselas con una muerte injusta. Por eso, después de ser parlamentario, hoy dice que no le interesa ejercer la política nunca más. Él es pintor. A secas. Y hoy vive tranquilo, alejado de todo lo que huela a política, preocupado más que por el mensaje, por la estética de sus dibujos.


"Aunque le confieso una cosa. Yo, personalmente, nunca me sentí perseguido. Excluido artísticamente sí, por motivos políticos, pero no perseguido".
Entonces, maestro, hablemos de arte. Eso sí es lo suyo. ¿Cuáles son sus proyectos artísticos en este 2009?

Se sienta en un mueble azul y toma aire, porque la respuesta es larga. Arranca diciendo que su proyecto más cercano es una exposición que tiene el próximo 31 de marzo en el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de Guatemala. Viaja junto a los también artistas María Thereza Negreiros, Ángela Villegas, Mario Gordillo, Roberto Molano y dos artistas españoles: Santiago Zalabardo y Javier González de Lara.

"La exposición se llama ‘Un pincel y una Pluma’, porque la coincidencia son unos poemas que el gran poeta y crítico de arte español, Luis Hernández del Pozo, nos hizo en algún momento a todos los que estamos invitados. Todos somos sus amigos y a todos nos ha escrito poemas. Qué curiosidad. Será una exposición de más de 50 obras patrocinada por la Fundación Arte Vivo Otero - Herrera. Voy a llevar una obra totalmente nueva. Son dibujos hechos con tintas, carboncillo y grafito, técnicas que hacía años no ejercía".

"En el libro sí se cuenta todo"

Enseguida, el maestro suelta otra chiva cultural. "Otro de mis proyectos para este año en el que estoy trabajando mucho es un libro sobre mi vida y obra. El libro será escrito por el historiador de arte Álvaro Medina, uno de los grandes historiadores y críticos de nuestro país, que por cierto es barranquillero. Es una obra apoyada inicialmente por la Secretaría de Cultura y Turismo de Cali. La idea es publicar el libro con motivo del Bicentenario de la Independencia de Colombia. Estoy trabajando muy fuerte con Álvaro, incluso en días pasados estuvo por acá en mi apartamento repasando cosas".

-¿Y qué se va a contar ahí maestro?

"El libro va a hablar de todo lo que ha sido mi vida, ahí sí se hablará de política. Claro que con parquedad". El pintor se ríe. Sabe que puede ser una oportunidad para que el periodista le dé por preguntar sobre el tema. Entonces, sigue de largo. Pero continúa caminando por la cuerda floja.

"Hay otra idea que me tiene muy ilusionado y ojalá se dé. El alcalde Jorge Iván Ospina me propuso diseñar para Cali un monumento a las víctimas de la violencia. Y esa iniciativa me interesa mucho. Apenas se ha hablado. Pero ya me imagino un gran espacio público donde aparezcan elementos simbólicos que remitan al visitante a lo que ha sufrido nuestro pueblo. No será una estatua ni un monumento contemplativo, sino una gran zona de uso público para reivindicar esas víctimas. Esperemos que todo se dé".


No se sabe de cuál equipo es hincha

Uno de sus gustos es el fútbol y una de sus pasiones es el estudio de las religiones. Después le preguntaré por lo primero, fútbol, si es del Cali o del América, pero gambeteará y dirá que lo que le gusta es el buen fútbol. Y lanzará una perla, en broma. "Claro que si se da el proyecto que tengo con los pintores Mario Gordillo y Roberto Molano de llevar a cabo el mural del estadio del Cali, me vuelvo hincha del verde".

Antes, más serio, decía: "El mural tiene tres elementos básicos: el paisaje del Valle del Cauca, la cultura precolombina Malagana y el deporte. El diseño ya está listo". Se queda pensando y recalca que en el 2009 tiene mucho trabajo entre manos - falta que se concrete - porque por ese tema tan de moda de la crisis económica los proyectos se ponen lentos. Pero no se acelera por tanto trabajo. Eso es síntoma de buena salud profesional maestro, en este caso, buena salud artística.


El día a día

El pintor se levanta muy temprano, a eso de las 5 de la mañana. Ya poco toma café. Prefiere el té verde, que bebe en un pocillo color naranja, que es el de él. Sale todos los días a caminar en las mañanas por el oeste de Cali, junto a Mónika. Le gusta el ejercicio, aunque no es un hombre de rutinas. Ordena su día a través de notas. Pinta en las mañanas, hace diligencias en las tardes, muchas.

Dice que en un excelente chef. Su turno en la cocina es el fin de semana. Y le gusta el buen comer. Sobre todo las pastas y los buenos vinos. "Claro que si hay vinos malos también me los tomo". También le gusta toda la música. Desde la clásica a la salsa y los vallenatos, pasando por Juanes, Shakira, y el hip-hop. "Pero le confieso que tengo una gran pasión por el flamenco". Y lee mucho. Acaba de terminar dos libros: ‘El País de la Canela’, de William Ospina (le fascina la historia) y el otro es el libro ‘El Hombre de Diamante’, de Enrique Serrano.


Ahora habla de arte y cultura en Cali
El maestro vuelve a la carga. "El arte eleva la capacidad de percepción estética de la comunidad. Por eso estoy tan interesado en estos proyectos grandes de arte público. A través de una obra mía puedo contribuir a que las personas aprendan a ver mejor y eleven su concepción estética del mundo. Entonces, nosotros los artistas, también le servimos al país, a la sociedad".

Siempre en su obra se ha visto eso, un compromiso social, un compromiso político. "En mi época de artista joven decían que mi obra era contestataria. Entonces, me encasillaban de forma peyorativa como artista político. Ahora, como la corriente es lo social y lo político en el arte, todo artista lanza su mensaje. Y ya no pasa nada". Sigue, él mismo, buscando su tema, la política.
Entonces, vuelve a cambiar de frente. Y hablamos de la cultura en Cali. ¿Cómo la ve? "La veo bien. Cali como nunca antes había tenido la enorme fuerza cultural que hoy tiene. La ciudad la comparo con Salvador de Bahía, en Brasil, con su intensa mezcla racial. Ambas ciudades tienen una gran expresión cultural. Nos han favorecido e influenciado muchos las migraciones, sobre todo de la Costa Pacífica. Cali goza hoy de unas instituciones culturales sólidas como el Museo La Tertulia y Proartes, además de una Secretaría de Cultura y Turismo que viene trabajando cada vez más unida a ellas y que están decididas a formar al público caleño para aprender a disfrutar el arte. Hoy no descalificaría a ninguna institución cultural en la ciudad, porque todas están haciendo una buena labor".

-Maestro, y tantas críticas que ha recibido el Museo La Tertulia, en el sentido de que ha perdido liderazgo cultural en Cali, ¿cómo las recibe?

"No comparto esas críticas porque conozco la problemática desde adentro. El Museo está en un proceso de reestructuración interna, sobre todo en lo que tiene que ver con su colección. Entonces, el Museo está en un proceso de transición. Y cuando se reabra el edificio nuevo y se reabra la colección, se dirán otras cosas. La labor del Museo y de las personas que trabajan en él es importante, y su actual directora, María Paula Álvarez, ha hecho una muy buena labor. Lo que pasa es que criticar es muy fácil". El maestro hace parte de la junta asesora de artes plásticas del Museo.


¿Usted cree en Dios?

Maestro, hablemos de otro asunto. Sé que una de sus pasiones en la vida es estudiar las religiones, pero, ¿cree en Dios?

Hace una pausa y dice. "Fíjate. Yo creo en la religión como elemento dinamizador de la sociedad. Creo mucho en la tradición judeo - cristiana, pero, igualmente, soy muy respetuoso del Islam, y en general de las ideas propias de cada cultura. Además, la pintura occidental no existiría sin el cristianismo. Porque el Islam niega la posibilidad de reproducir imágenes. Sin la consolidación del cristianismo como religión oficial del Imperio Romano, y posteriormente sin el desarrollo del catolicismo en occidente, no habría pintura por estos lados del planeta. Entonces, yo no existiría, no podría haber sido pintor. Ése es mi planteamiento como artista".

-Pero maestro. ¿Cree en Dios?
No dice que sí. No dice que no. "Creo en la religión como motor social", reitera y se escabulle.


Premios, política y almuerzo
El pintor ganó durante 5 años casi consecutivos el Salón Nacional de Artistas en los años 60 y 70. Pero el premio que más recuerda fue el primer Salón Nacional que se ganó en 1963, porque no se lo esperaba. Tampoco olvida "el gran premio y la medalla de oro de la exposición Intergrafik de Berlín. En 1980 tal vez. Un premio importante".

Otro orgullo fue haber representado a Colombia en las bienales de Venecia y Sao Paulo, "una felicidad para todo artista". O el primer premio que se ganó en Cali, en una Bienal Americana de Artes Gráficas. "Un premio que me dio mi ciudad". (Su primer gran obra que vendió en Cali la vendió por 400 pesos. Era plata. Un pasaje en avión Cali – Bogotá-Cali costaba 60 pesos. Con la plata lo primero que hizo el maestro fue comprar un pasaje para conocer bien la capital.)

El maestro está más relajado. Entonces el periodista, movido más por la curiosidad, se anima y vuelve a intentar hablar de lo que él no quiere. Le lanza una pregunta.

¿Por quién va a votar Pedro Alcántara en las próximas elecciones presidenciales?
El pintor, que parece olvidarse de su sentencia inicial, responde de inmediato: "Por Sergio Fajardo, ahí sí te respondo. Por la brillante alcaldía que desarrolló en Medellín, por la claridad de sus ideas, por la limpieza de su trayectoria, por ser un matemático, por ser un científico y por ser independiente".

Pintor, y un concepto del Presidente...
Es una pregunta difícil, comprometedora. Pero te respondo. No soy uribista. Pero hay que reconocer que tiene unos méritos innegables. Un hombre trabajador que cree en el país. También lo considero como un hombre que ha contribuido a generar espacios democráticos, pero que también se deben a la propia presión del pueblo colombiano. Innegablemente hoy este es un país distinto y un poco mejor gracias a estos procesos. En Colombia tenemos que dejar de ver las cosas en blanco y negro. Hay que mirar los grises, hay que ser más tolerantes. No podemos ser sectarios y dejar de reconocer los hechos positivos de quienes tienen ideas diferentes.

¿Y qué piensa de la guerrilla de hoy?
Es una forma de lucha obsoleta. El Ché Guevara decía que la lucha armada era la forma más elevada de lucha. Hoy se podría considerar que es la forma más atrasada. Hay otros caminos para resolver los problemas. Salidas políticas, civiles y democráticas. Y si esas vías están abiertas, hay que hacer uso de ellas, como en el caso de Colombia. Por eso digo que la lucha armada que se libra en el país, si bien tuvo un origen histórico justo, hoy es cosa obsoleta.

¿Se considera de izquierda, centro o derecha?
Como un hombre que defiende la democracia, un artista que cree en la democracia. Así me considero. Ya en Colombia no se puede hablar de derecha, izquierda o centro. Te lo dice alguien que hizo parte de la izquierda en Colombia.

Es la 1 y 30 de la tarde de este viernes y Pedro Alcántara se anima a hablar de política. Después vuelve a recordar viejos tiempos con su amigo fotógrafo, viejas historias que le ponen sal al presente. Ahora, maestro y periodista miran el reloj. A la 1:30 p.m. él no es artista, ni político, ni nada, sino un hombre con hambre. Y el periodista igual. No piensa en entrevistas. Hora de buscar el almuerzo. La despedida es inminente.






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