martes, diciembre 18, 2007

Drama del desarraigo, al ritmo de una marea




El informe sobre el desplazamiento en Colombia que presentó Acnur en Cali asegura que el flagelo se ha incrementado en el Valle. Entre 2001 y 2003 se expulsaron 14.000 personas por año. En 2004 y 2005 la cifra bajó a 5.300, pero en 2006 los desplazados llegaron a 11.309.


El País - Cali


A Rafael Santibañez le picaron su familia con motosierras. Fue en Florencia, Putumayo. A él también las Farc lo querían matar pero se descolgó por una montaña y escapó. Cree que fue por la plata que su patrón, Jaime Castillo, le debía al grupo guerrillero. Trabajaban con coca. Él, Rafael, era raspachín.

Después de muchas vueltas llegó a Cali, al albergue de doña Martha Ramírez, en el centro de la ciudad. Era un joven de 18 años que sólo quería una cosa en la vida: venganza.

También estaban ahí Carlos Alberto Rasknamijo, un ex guerrillero de 17 años nacido en Mocoa desertor de la guerrilla; Marlene Gutiérrez, una mujer desplazada por paramilitares desde San José del Palmar, Chocó; un ganadero que prefirió reservar su identidad y que dejó todo buscando la liberación de su hijo, Alfredo, secuestrado en una montaña del Cauca por las Farc. Al final, quedó sin nada.

En el libro de registro de doña Martha consta que ha atendido a 3.600 desplazados desde 1999, cuando decidió acondicionar su casa en el barrio Junín como un albergue. Vive con ellos. Con sus dramas. Sus testimonios resumen una misma historia: la de más de dos millones de desterrados por los enfrentamientos entre los grupos armados. Una historia en donde el desarraigo de la tierra y de la vida misma son el común denominador. Cambian los nombres, los lugares. Las consecuencias son las mismas.

Qué pasa hoy en el Valle?
El drama del desplazamiento sigue latente. Y en el Valle se sintió con fuerza entre el 2006 y el 2007. Según el Balance de la Política Pública para la Atención Integral al Desplazamiento Forzado, documento presentado en Cali por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Acnur, en el año anterior se registraron en el departamento 11.309 personas desplazadas. La cifra se disparó en un 88%, teniendo en cuenta que entre el 2004 y el 2005 el número de desterrados llegó a 5.300.

Este fuerte incremento tiene que ver directamente con los 7.780 ciudadanos que en 2006 expulsó Buenaventura. El municipio fue el que más población desplazó en Colombia el año anterior.

Y es que la violencia se ensañó en el Puerto. La disputa territorial entre Farc, grupos de autodefensa emergentes, narcotráfico, atentados terroristas, son cosa del día a día. Los desplazamientos son constantes.

Con respecto a Cali, el informe de Acnur sostiene que la ciudad es el tercer municipio en el país con mayor recepción de población desplazada (36.000 personas), seguido por Buenaventura con una cifra cercana y Tuluá, a donde llegaron 8.500 desplazados.

En el mismo sentido un informe de la Defensoría del Pueblo, Seccional Valle, sostiene que Cali es el principal lugar de recepción de población desplazada en el país con 5.229 personas registradas en lo transcurrido del 2007.

Una de las explicaciones para esta situación tiene que ver con la aguda crisis en materia de derechos humanos que vive Nariño, donde el accionar de grupos al margen de la ley han provocado desplazamientos masivos como el ocurrido en El Charco, a mediados del presente año, donde cerca de 6.000 personas huyeron del municipio, buscando en el Valle una posibilidad de reiniciar sus vidas.

Un círculo vicioso
Andrés Celis, oficial nacional de protección de Acnur, sostiene que hoy en Colombia el problema del desplazamiento es un círculo vicioso. O en otras palabras, va al ritmo de una marea: en unas zonas la problemática se intensifica. En otras disminuye. Pero no para.

"Comparando las cifras con respecto a 2002, hoy se tendría que decir que la situación es menos intensa. Sin embargo, hay que resaltar que el desplazamiento se sigue concentrando en algunas áreas del país. Hipotéticamente se plantea que las mejoras en materia de seguridad que arrojan ciertos departamentos, están soportadas en una intensificación de la violencia en otras áreas de donde en promedio, se han desplazado 200.000 personas por año entre el 2003 y el 2006".

Mientras un departamento mejora en materia de seguridad, otro empeora. El Estado no tiene la capacidad suficiente de dar una respuesta simultanea en materia de seguridad en todo el territorio. "Entonces no hay resultados definitivos, sino parciales, lo que hace que la problemática vuelva y surja", agrega Celis.


Hablando el tema en cifras, 191 municipios, de los 1098 que tiene Colombia, concentran el 73% del desplazamiento en el país. Entre ellos están Cali y Buenaventura con situaciones complicadas.

Guillermo Rodríguez, coordinador de Acción Social para el Valle, sostiene, al igual que Celis, que el desplazamiento en el departamento se ha incrementado en los últimos dos años, pero resalta que "si hacemos un balance con respecto a los años anteriores, se podría asegurar que la

problemática se ha reducido en un 60%".

El reto
A pesar de los visibles esfuerzos del Gobierno en el tema (se aumentaron los recursos en cerca de dos billones y medio de pesos, se puso en marcha el Plan Nacional para la Atención Integral a la Población Desplazada, y en general se nota un compromiso para hacer cumplir la Sentencia T-025 que cobija los derechos de los desplazados), el drama sigue ahí, vivo.

Sin embargo, como rezan las voces de la Defensoría del Pueblo en Cali, Acnur y Acción Social, los flujos constantes de población desplazada no permiten que surjan soluciones definitivas al flagelo. No hay recursos que aguanten, y la capacidad del Estado para responder por los derechos de estos ciudadanos se ve disminuida. El reto está en prevenir que sigan ocurriendo desplazamientos de colombianos.

En el albergue de doña Martha Ramírez, por ahora, se están preparando. Los desplazados llevarán el Pesebre móvil en este diciembre por toda la Comuna 9 de Cali. Quieren llevar un mensaje de paz en medio de sus recuerdos de guerra y su lucha por rehacer sus vidas, por volver a ser lo que fueron algún día. Todos tienen un mismo anhelo: tranquilidad para empezar de nuevo.

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