viernes, mayo 03, 2013

Una carta para Melanie


Melanie Dayana Realpe Vélez, la niña que murió en el Distrito de Aguablanca de Cali tras sufrir una paliza en su casa, venía siendo víctima de maltrato crónico. Su historia, su tragedia, quizá sirvan para que esta sociedad enferma se mire a sí misma.


Por Santiago Cruz Hoyos
EL PAÍS - cALI 

Creo, Melanie, que esta carta debe tener una continuación. Creo que apenas es un principio, uno en el que solo hay dudas. Porque por lo menos yo, aún no he logrado entender la complejidad de la historia de tu muerte. Me sobrepasa. 



Por lo menos no creo que todo sea tan totalizador, tan concluyente, como se dice: que llegaste del colegio, el Ramón Arcila del Distrito de Aguablanca, que supuestamente sacaste una mala nota en español - en realidad era una nota aceptable, al fin y al cabo era un tres- que después tu papá, Jesús Alberto Realpe, 31 años, se enfureció por esa calificación y te golpeó con brutalidad y que tras la paliza falleciste en una clínica del sur de Cali, debido a un trauma cerebral. 

En todo ese rompecabezas, Melanie, aún hay que hallar piezas para construir la verdad, o por lo menos acercarse más. Por ejemplo: la profesora Cecilia Salazar no cree que la razón para que te hayan pegado sea ese supuesto tres en español. Ni siquiera, dijo, se han entregado las notas finales de las materias, es decir que por estos días ningún alumno ha perdido nada. 

Y además, la profe corroboró que eras una buena estudiante, tus notas superaban el promedio. Eras ejemplar. Tu amigo Sebastián Cortés agregó incluso que lo que más te gustaba hacer, más que jugar, era estudiar. Entonces, Melanie, ni siquiera existía una razón para castigarte. ¿Por qué te pegaron? ¿Cuál fue el verdadero motivo? ¿Por qué te pegaban tanto? ¿Dónde está la raíz de la violencia, de ese odio en tu contra? 

Porque hay una certeza, Melanie: venías siendo víctima de un maltrato crónico. Los cuerpos de los muertos hablan. Cuando revisaron el tuyo, se comprobó que tenías moretones viejos, golpes viejos, y eso indica que no habías padecido una paliza, no, sino varias durante los últimos meses. El problema ahora es comprobar quién o quiénes te las daban para que se haga justicia.

Pero ahí hay otra duda, Melanie. Una hermanastra tuya le dijo a la profesora Cecilia que cuando tu papá te pegaba te daba tanta rabia, que hasta te golpeabas contra las paredes. ¿Será verdad eso, Melanie? ¿Por qué una niña como tú, de nueve años, se va a atacar de esa forma? Y si fuera cierto, ¿qué clase de sufrimiento estarías padeciendo para llegar a ese extremo? 

Porque sufrías. Esa es otra certeza. Sebastián, tu amigo, me contó que en el colegio casi no hablabas con nadie. Y sospecho que parte de ese retraimiento se explica por tu situación familiar: vivías entre dos familias enfrentadas. La de tu papá y tu madrastra, por un lado, la de Sandra Vélez, tu mamá, por el otro. 

Lo que pude averiguar, Melanie, es que desde septiembre de 2012 no vivías con Sandra porque el Instituto de Bienestar Familiar le quitó tu custodia. Supuestamente, dijo Yesenia, tu madrastra, Sandra te maltrataba a ti y a tu hermana Vanessa, y también se decía que tu mamá era drogadicta y alcohólica. 

Pero Sandra lo niega, Melanie. Ella y David Roldán, el esposo de una de tus tías maternas. Sandra dice, por un lado, que nunca te pegó con esa violencia con la que te mataron. Ni a ti ni a Vannessa. Sandra dice que el mismo Icbf puede testificar que cuando te entregó a tu papá, no tenías un rasguño. Incluso, recordó que a veces sí, te castigaba, te pegaba para corregirte, pero era tan suave el castigo que hasta te daba risa y la empezabas a molestar. 

Quizá sea así. No lo sé. Lo cierto Melanie es que tu madre siente un dolor tan profundo por tu muerte que literalmente, la ahoga. Cuando está hablando de ti llora, necesita parar, respirar, serenarse, para seguir. En medio de tanta duda Melanie, aparece otra certeza: el dolor de tu madre. 

Sandra asegura además que tu papá es drogadicto. Dice que cuando vivían juntos y ella le lavaba los pantalones, de los bolsillos salían restos de marihuana. También dijo que tu papá, cuando consumía droga, se volvía agresivo. Que una vez, cuando tenía seis meses de embarazo, él le pegó en la barriga, la mandó contra una nevera y cayó sentada. Por ese golpe Melanie, tu mamá casi sufre un aborto, casi mueres antes de nacer. Por eso dejó a tu papá, hace 9 años. 

Y Sandra también dice que fue tu papá el que te 'trabajó' a ti y a Vannessa para que la dejaran. Que les habló y les indicó muy bien lo que debían decir en el Icbf para que le quitaran la custodia. Tu mamá asegura que el Instituto nunca investigó si ella era lo que decían: alcohólica, drogadicta, maltratadora. Según Sandra, ningún funcionario fue hasta su casa a ver cómo vivía. Ella, ahora, pide justicia. 

Yesenia, tu madrastra, por su parte, fue a visitar a tu papá. Está detenido en una estación de policía. No lo han podido enviar a la cárcel de Villahermosa. Está amenazado por familiares cercanos, dijo un policía. Si entra ahí, lo matan. Lo enviarán a otra cárcel, entonces. 

Yo, de lejos, lo vi. Camina por el calabozo de un lado a otro con un radio puesto sobre la oreja y vestido de bermudas, camisa, gorra y zapatos blancos. Puse atención a sus ojos. No parece haber llorado. Por lo menos no en las últimas horas. ¿Qué pensará ahí mientras da vueltas y vueltas?

Yesenia, como te digo, no quiere hablar del caso. Ella dice que no son asesinos, que te ha tratado bien, que está reuniendo las pruebas para contar lo que pasó. Ella me dijo que soy un instrumento de Dios para que se sepa la verdad porque hay mucho endemoniado diciendo mentiras. Yesenia es cristiana. Yesenia está angustiada. 

Esto es, Melanie, lo que puedo contar por ahora. Hay, entonces, varias dudas aún por aclarar. El oficio del periodismo nos exige, a los reporteros, ser equilibristas. Escuchar a todos y dudar de todos. Yo, Melanie, no conozco aún la verdad sobre tu muerte, pero encontrarla, contarla algún día, es un compromiso. 

Tal vez soy un romántico, pero creo en el poder de las historias. Tal vez la tuya ayude a una sociedad enferma. En este país, Melanie, cada día matan a tres niños como tú. En esta ciudad, Melanie, en los hospitales se atienden tantos casos de niños heridos, maltratados, que pareciera que fuera una zona de guerra como Irak. Eso me lo dijo una vez el cirujano pediatra Raúl Astudillo y las estadísticas lo respaldan. Casi el 50% de los casos de trauma que llegan a los centros hospitalarios, son niños. 

Contar lo que te pasó, entonces, quizá haga que esta ciudad se mire a sí misma. Aunque, repito, soy un romántico.