domingo, diciembre 05, 2010

Breve charla con Leila Guerriero


La periodista argentina lanzó el libro 'Frutos extraños', una antología de sus mejores crónicas y perfiles, que narran historias de gigantes, magos con una sola mano y señoras que matan a sus mejores amigas con cianuro.


¿Qué es ‘Frutos extraños’?


Es una antología de crónicas, perfiles y textos de periodismo. Y el título salió particularmente en el momento de ver todas esas historias reunidas. Muchas de las crónicas hablaban sobre personas bastantes corridas de la norma. El libro está dedicado a seres tan extraños como una señora que mata a sus tres mejores amigas con cianuro; una madre que mata a su bebé después del parto; un señor que medía dos metros y medio; un mago experto en magia de cerca que tenía una sola mano. Entonces, me pareció que eran personas bastante extravagantes, más allá de que, visto de cerca nadie es normal. Y ‘Frutos extraños’ surgió por eso, es un ramillete de frutos raros.


El libro también cuenta parte de su historia de vida. Usted en él explica que es una periodista que jamás pasó por una universidad y que lo que más le enseñó a escribir fue el filme ‘Lawrence en Arabia’. ¿El cine enseña a escribir?


Sí, absolutamente. Cuando pienso en mis crónicas, las pienso mucho con estructuras visuales. Por ejemplo, hay una película de Terrence Malick que se llama ‘El nuevo mundo’ que tiene un tono poético sostenido maravilloso, una voz en off fantástica. ‘La lección de piano’ es otra película que también tiene como una voz retirada de la narradora fantástica, y en algún momento en una de mis crónicas en las que me costaba mucho encontrar un tono fuerte de cronista retirado, para mi fue importante volver a ver esas películas y entrar en resonancia con ese tono en el que estaban contadas. Entonces, sí, el cine enseña a escribir, la poesía enseña a escribir, así parezca insospechado.


¿Cómo define la crónica? Usted, que ama ese género, en el libro la plantea como “una forma de arte”...


A mi me encanta una definición que da el cronista Alberto Salcedo Ramos quitándole una frase a Hitchcock. Alberto dice que la crónica es como la vida pero sin las partes aburridas. Creo además que es el más literario de los géneros periodísticos, no porque utilice la ficción porque lo único que no se puede hacer en una crónica es inventar. Pero la crónica exige los métodos creativos de la literatura. Por otra parte, la crónica es lo opuesto de la noticia, no está atada a nada que está sucediendo en el momento. Si bien puede contar una historia que esté sucediendo, la crónica trasciende el momento. Y es un texto más musculoso que la mayoría de textos periodísticos.


Se dice que la gente ya no lee textos largos en los periódicos, crónicas, pero las editoriales publican libros como el suyo y se venden. ¿Usted qué piensa?


El cuento de que los lectores ya no leen se lo inventaron los expertos del marketing haciendo mesas redondas con sus familiares. Yo creo que los lectores sí leen, pero no textos anodinos, aburridos. Y si tu lees un diario, parece que está escrito de principio a fin por el mismo periodista, textos cortos, atomizados, que no te ofrecen el mínimo desafío. Y eso creo que es un problema de los editores, que han perdido la fe. Muchos dueños de medios no son periodistas de raza, y equivocadamente ven a un periódico como sólo un negocio, y cuando pasa eso, vas por mal camino. Por eso pienso que, agobiados por los dueños, los editores perdieron la fe y relegaron a la crónica. Pero la crónica sí se lee y está teniendo un empuje en los libros.


Un libro que recomiende...


Uno de Martín Caparrós precisamente, que es una especie de ‘biblia’ de la crónica. Se llama 'La guerra moderna', que reúne una cantidad de crónicas que hizo Martín a lo largo y ancho del planeta. Nadie que quiera escribir crónicas puede pasar por este mundo sin haberlo leído.


¿Cuál es su maestro en el periodismo?


Martín Caparrós. Yo aprendí mucho leyéndolo a él, es un pionero del género en Argentina, fue el único que no permitió que la crónica desapareciera de los diarios y las revistas, la defendió muchísimo. Yo creería que hay una generación entera de ‘caparrocianos’, por lo menos en Argentina.