Juliana Sáenz es la bailarina más joven del Cuban Classical Ballet of Miami. Tiene 15 años y ya hizo parte de una de las obras cumbres del ballet clásico: Giselle. Estuvo en Cali pero ya regresó para ensayar sus próximas apariciones en febrero. La obra: El lago de los Cisnes, del autor ruso Tchaikovsky. Perfil.
El País - Cali
Las zapatillas de ballet las guardó en la maleta a escondidas de su madre. Porque la condición para este viaje después de 3 años de no venir a Cali era esa. Descansar. No ir a ensayos. No bailar. Juliana Sáenz aceptó. Pero sólo de dientes para fuera. Las zapatillas también viajaron. Y en Colombia, como no, bailó.
Está sentada en un sofá del Hotel Club Campestre de Cali. Espalda erguida, manos sobre las rodillas, gafas levantadas por encima de la frente. Con 15 años luce una elegancia que sorprende. También una madurez de mujer adulta.
Mientras cuenta lo de las zapatillas se ríe. Explica. "Es que el ballet es mi pasión. Vivo para el ballet, mis días en Estados Unidos después de estudiar son ensayos, audiciones, presentaciones".
Más tarde su padre, Jaime Sáenz, me diría casi susurrando, como intentando que no lo escucharan: "nunca he visto a nadie tan entregado a una pasión, tan comprometido con un oficio. Es que no descansa. No para".
La bailarina que tengo al frente es la más joven del Cuban Classical Ballet of Miami. Nació en San Juan, Puerto Rico, pero estuvo sólo 5 meses. De padres caleños, vivió en Cali hasta los 7 años. Después, por asuntos de trabajo de sus padres, se radicaron en Estados Unidos. Viven en La Florida.
La historia con el ballet empezó desde muy niña, pero no se sabe por qué. En la familia nadie tuvo ese gusto. Nunca vio una presentación de ballet, ni siquiera por televisión. Pero un buen día se le plantó a su madre, Luz Elena, y le dijo: yo quiero bailar.
Y bailó. Empezó a recibir clases de jazz. Pero en la casa ya empezaba a mostrar los movimientos del ballet. Torso erguido. Cuerpo alargado. Saltos elegantes. Era lo suyo. Y se encaminó.
Pies de diosa
Cada que termina los ensayos diarios de 5 horas los pies le quedan deshechos. Pies rojos, deteriorados por el trajín. Por eso cuando llega a casa lo primero que hace es consentirlos. Bañarlos con agua tibia. Darles un masaje.
Cada que termina los ensayos diarios de 5 horas los pies le quedan deshechos. Pies rojos, deteriorados por el trajín. Por eso cuando llega a casa lo primero que hace es consentirlos. Bañarlos con agua tibia. Darles un masaje.
Es una afortunada. Porque los pies de los bailarines son cosa tremenda. Sufren de ampollas, de callos, deformaciones. Juliana se saca la zapatilla y los luce. Son perfectos.
Con esos prodigiosos pies obtuvo un papel en la obra Giselle presentada con el Cuban Classical Ballet of Miami. Con 14 años haberse presentado en el Jackie Gleason Theatre en esa obra, considerada como la maestra absoluta del teatro de la danza del Romanticismo, es para inflar el pecho. Uno de sus grandes recuerdos.
En el Cuban Classical se ha codeado con grandes bailarines como Lorena Feijoo. Tiene una profesora de la talla de Magaly Suárez, la directora artística. Y los consejos de Pedro Pablo Peña, el director general.
Y en Estados Unidos ha estado en varias academias. En el International Dance Academy, de Fort Lauderdale, Florida, se entrenó junto a Deborah Buttner. En Bogotá estuvo durante dos meses con Mónica Pacheco, de Ballarte y mientras vivió en Cali siguió las enseñanzas de Shirley Santa.
En el School of American Ballet ha ganado dos veces el honor de participar los campamentos de verano. Entre 3.000 aspirantes, escogen 200. El logro también se dio en Boston Ballet.
El sueño
Luz Elena Cepeda, su madre, por momentos se preocupa. Ve a su hija dedicada casi todo el día al ballet. Además de los ensayos y audiciones, pone dvd’s en la casa, corre la sala, y baila. Después hace ejercicios para los pies, para estar en forma. No come dulces. Se hidrata. No va a fiestas con amigas, no se toma un día libre, no piensa en otra cosa.
Luz Elena Cepeda, su madre, por momentos se preocupa. Ve a su hija dedicada casi todo el día al ballet. Además de los ensayos y audiciones, pone dvd’s en la casa, corre la sala, y baila. Después hace ejercicios para los pies, para estar en forma. No come dulces. Se hidrata. No va a fiestas con amigas, no se toma un día libre, no piensa en otra cosa.
"El domingo le tengo prohibido hacer cualquier actividad que tenga que ver con el ballet", me dice Luz Elena. También le prohibió lo mismo en este viaje de 10 días a Colombia para ver la familia. Por eso Juliana escondió las zapatillas (se gasta tres de ellas por mes).
Pero estando en Bogotá apareció la oportunidad de ensayar en una escuela de ballet. Luz Elena no sabia cómo se iba a presentar sino tenía zapatillas. Juliana, sonriendo, las sacó de su escondite. Y ensayó durante tres días. Es que no puede perder el ritmo. En febrero próximo se presenta en Miami, en la obra el Lago de los Cisnes, la primera de las tres obras que escribió el compositor ruso Tchaikovsky. Otro gran orgullo estar ahí.
El miércoles pasado tomó un avión de regreso a La Florida. Y con ella viaja ese sueño de ser solista del New York City ballet. De consagrarse. De meterse en la historia con el ballet. Por que ella sólo quiere bailar.